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El presidente de Sidenor, José Antonio Jainaga, se encuentra en el centro de una operación judicial compleja que podría ser un golpe devastador para su negocio y su prestigio como líder del nacionalismo vasco.
La investigación de la Audiencia Nacional ha abierto la puerta a acusaciones graves contra él, entre ellas el presunto delito de contrabando y participación en un delito de lesa humanidad o genocidio por la venta de acero al conglomerado Israel Military Industries (IMISI) sin autorización del Gobierno. La investigación también involucra a otros tres directivos de Sidenor.
Jainaga es el ejemplo perfecto del industrial vasco que ama su tierra y apuesta y arriesga por ella. Sin embargo, la investigación abierta en su contra podría cambiar radicalmente la imagen que se ha tenido de él.
El empresario ha sido un referente en el entorno del PNV y ha recibido numerosos reconocimientos por su labor y compromiso con la industria vasca. En 2022, el Ejecutivo del PNV le otorgó el premio Joxe Mari Korta, que considera como una de las mayor fortunas de Euskadi.
Toda su carrera ha sido forjada en el exterior, pero asentada en su tierra. Desde la división nuclear de Sener hasta Michelín y más tarde en París, donde se estableció durante 20 años, Jainaga ha demostrado su capacidad para llevar a cabo proyectos de gran envergadura.
En Euskadi, Jainaga ha sido un líder clave en el mundo de la industria. Fue responsable de la operación que rescató a Sidenor y más recientemente de la adquisición del 29,9% de Talgo. Su compromiso con la industrialización y su papel en la creación de empleos han sido destacados por muchos.
Sin embargo, Jainaga siempre ha sido un hombre discreto que se ha mantenido lejos de los medios de comunicación. En realidad es un "socarrón, campechano y leal" según sus conocedores, que solo se ha movilizado cuando se trata de proteger su tierra y su futuro.
Mirai, el holding familiar de Jainaga, cuenta con más de 1.200 empleados y ha demostrado ser una organización sólida que busca asegurar la supervivencia del control industrial vasco.
La investigación de la Audiencia Nacional ha abierto la puerta a acusaciones graves contra él, entre ellas el presunto delito de contrabando y participación en un delito de lesa humanidad o genocidio por la venta de acero al conglomerado Israel Military Industries (IMISI) sin autorización del Gobierno. La investigación también involucra a otros tres directivos de Sidenor.
Jainaga es el ejemplo perfecto del industrial vasco que ama su tierra y apuesta y arriesga por ella. Sin embargo, la investigación abierta en su contra podría cambiar radicalmente la imagen que se ha tenido de él.
El empresario ha sido un referente en el entorno del PNV y ha recibido numerosos reconocimientos por su labor y compromiso con la industria vasca. En 2022, el Ejecutivo del PNV le otorgó el premio Joxe Mari Korta, que considera como una de las mayor fortunas de Euskadi.
Toda su carrera ha sido forjada en el exterior, pero asentada en su tierra. Desde la división nuclear de Sener hasta Michelín y más tarde en París, donde se estableció durante 20 años, Jainaga ha demostrado su capacidad para llevar a cabo proyectos de gran envergadura.
En Euskadi, Jainaga ha sido un líder clave en el mundo de la industria. Fue responsable de la operación que rescató a Sidenor y más recientemente de la adquisición del 29,9% de Talgo. Su compromiso con la industrialización y su papel en la creación de empleos han sido destacados por muchos.
Sin embargo, Jainaga siempre ha sido un hombre discreto que se ha mantenido lejos de los medios de comunicación. En realidad es un "socarrón, campechano y leal" según sus conocedores, que solo se ha movilizado cuando se trata de proteger su tierra y su futuro.
Mirai, el holding familiar de Jainaga, cuenta con más de 1.200 empleados y ha demostrado ser una organización sólida que busca asegurar la supervivencia del control industrial vasco.