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El mapa demográfico de Albacete se está volviendo cada vez más desequilibrado. La provincia, que debe su crecimiento a algunos municipios que ganan población, es la que sufre los efectos más pronunciados de la despoblación en buena parte de sus territorios rurales.
En veinte años, yste ha perdido 1.158 habitantes, pasando de 3.667 a 2.509 personas, lo que demuestra una tendencia clara: el envejecimiento de la población y la falta de relevo generacional son los motores detrás de esta salida de población.
La ciudad de Munera también se encuentra en una situación desafiante, con una caída de 602 habitantes en veinte años. A pesar de su tamaño dentro del ámbito rural, no ha conseguido frenar la salida de población joven ni compensarla con nuevos residentes.
Ossa de Montiel, otro municipio rústico, también se encuentra afectado por esta tendencia, con una caída de 579 personas. Aunque su entorno natural -muy próximo a las Lagunas de Ruidera- lo convierte en un destino turístico conocido, ese atractivo no ha logrado traducirse en estabilidad demográfica.
La lista de municipios que pierden población se extiende: El Bonillo, Ontur, Liétor y Nerpio, localidades alejadas de los grandes ejes de comunicación con economías basadas en el sector primario y una población cada vez más envejecida. También se suman Bogarra, Alcaraz, Almansa, Lezuza y Molinicos, todos con caídas que rondan o superan los 400 habitantes.
La desigualdad demográfica no solo afecta al número de vecinos, sino que tiene consecuencias directas en la disponibilidad de servicios, la actividad económica y la capacidad de mantener la vida cotidiana en muchos pueblos. La provincia se está volviendo cada vez más desequilibrada, con algunos municipios que ganan población y otros que pierden, lo que nos advierte sobre el futuro de amplias zonas de la provincia.
Un estudio reciente del INE confirma que buena parte de la provincia de Albacete sigue sufriendo por la despoblación. Los datos indican una tendencia clara: mientras algunos pueblos rurales continúan perdiendo habitantes, otros crecen en número. La provincia se está convirtiendo en un modelo desequilibrado, donde algunos lugares ganan y otros pierden población, lo que puede tener consecuencias graves para la economía y la sociedad local.
La fotografía que dejan estos datos no es solo una estadística: es una advertencia sobre el futuro de amplias zonas de la provincia, donde mantener la población es cada vez más un reto mayor.
En veinte años, yste ha perdido 1.158 habitantes, pasando de 3.667 a 2.509 personas, lo que demuestra una tendencia clara: el envejecimiento de la población y la falta de relevo generacional son los motores detrás de esta salida de población.
La ciudad de Munera también se encuentra en una situación desafiante, con una caída de 602 habitantes en veinte años. A pesar de su tamaño dentro del ámbito rural, no ha conseguido frenar la salida de población joven ni compensarla con nuevos residentes.
Ossa de Montiel, otro municipio rústico, también se encuentra afectado por esta tendencia, con una caída de 579 personas. Aunque su entorno natural -muy próximo a las Lagunas de Ruidera- lo convierte en un destino turístico conocido, ese atractivo no ha logrado traducirse en estabilidad demográfica.
La lista de municipios que pierden población se extiende: El Bonillo, Ontur, Liétor y Nerpio, localidades alejadas de los grandes ejes de comunicación con economías basadas en el sector primario y una población cada vez más envejecida. También se suman Bogarra, Alcaraz, Almansa, Lezuza y Molinicos, todos con caídas que rondan o superan los 400 habitantes.
La desigualdad demográfica no solo afecta al número de vecinos, sino que tiene consecuencias directas en la disponibilidad de servicios, la actividad económica y la capacidad de mantener la vida cotidiana en muchos pueblos. La provincia se está volviendo cada vez más desequilibrada, con algunos municipios que ganan población y otros que pierden, lo que nos advierte sobre el futuro de amplias zonas de la provincia.
Un estudio reciente del INE confirma que buena parte de la provincia de Albacete sigue sufriendo por la despoblación. Los datos indican una tendencia clara: mientras algunos pueblos rurales continúan perdiendo habitantes, otros crecen en número. La provincia se está convirtiendo en un modelo desequilibrado, donde algunos lugares ganan y otros pierden población, lo que puede tener consecuencias graves para la economía y la sociedad local.
La fotografía que dejan estos datos no es solo una estadística: es una advertencia sobre el futuro de amplias zonas de la provincia, donde mantener la población es cada vez más un reto mayor.