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"La vida no se da por perdida, solo se deja escapar"
Enrique Criado vio cómo su vida se daba la vuelta en 2014 cuando tuvo un ictus. "De la noche a la mañana, me desperté con mucho dolor de cabeza y la mitad del cuerpo paralizado", recordó el hombre que sobrevivió al ataque cerebral.
A pesar de tener solo 51 años y ningún factor de riesgo, Enrique se quedó con secuelas graves. "Debería haber llamado a la ambulancia antes, porque no sabía qué era un ictus", admitió. El médico le dijo que no iba a poder levantar de la cama nunca más, pero Enrique se recuperó gracias a una rehabilitación intensiva.
La vuelta a casa fue "terrorífica". Enrique tuvo que adaptarse a una vida dependiente y carecer de autonomía. "Iba en silla de ruedas con pañales y mi casa no estaba adaptada", recuerda. Solo gracias a la ayuda de su mujer y el apoyo de su familia pudo seguir adelante.
Pero Enrique quiere que otras personas no se queden con el mismo pronóstico. "No te quedes con el primer pronóstico, aunque sea malo, si trabajas, siempre mejoras", enseña. "Poco a poco, con esfuerzo, se van ganando batallas". La clave para Enrique es que las personas no pierdan la esperanza y se planteen la frase: "no quiero ser tan dependiente".
La falta de información sobre los ictus también es un problema grave. "Nadie te dice que además de las físicas, puedes tener secuelas cognitivas", denuncia Enrique. Estas secuelas invisibles requieren atención especializada y tratamiento por parte de un neuropsicólogo.
El movimiento para prevenir los ictus está en plena expansión gracias a la Ictus Asociación Madrileña ICAM, fundada por Enrique. "Animamos a la gente a que no se rinda", enseña. El cerebro es plástico y siempre se puede mejorar, incluso después de un ataque cerebral.
Enrique Criado es un superviviente que quiere inspirar a otros a seguir adelante después de un ictus. "La vida no se da por perdida, solo se deja escapar", enseña con determinación.
Enrique Criado vio cómo su vida se daba la vuelta en 2014 cuando tuvo un ictus. "De la noche a la mañana, me desperté con mucho dolor de cabeza y la mitad del cuerpo paralizado", recordó el hombre que sobrevivió al ataque cerebral.
A pesar de tener solo 51 años y ningún factor de riesgo, Enrique se quedó con secuelas graves. "Debería haber llamado a la ambulancia antes, porque no sabía qué era un ictus", admitió. El médico le dijo que no iba a poder levantar de la cama nunca más, pero Enrique se recuperó gracias a una rehabilitación intensiva.
La vuelta a casa fue "terrorífica". Enrique tuvo que adaptarse a una vida dependiente y carecer de autonomía. "Iba en silla de ruedas con pañales y mi casa no estaba adaptada", recuerda. Solo gracias a la ayuda de su mujer y el apoyo de su familia pudo seguir adelante.
Pero Enrique quiere que otras personas no se queden con el mismo pronóstico. "No te quedes con el primer pronóstico, aunque sea malo, si trabajas, siempre mejoras", enseña. "Poco a poco, con esfuerzo, se van ganando batallas". La clave para Enrique es que las personas no pierdan la esperanza y se planteen la frase: "no quiero ser tan dependiente".
La falta de información sobre los ictus también es un problema grave. "Nadie te dice que además de las físicas, puedes tener secuelas cognitivas", denuncia Enrique. Estas secuelas invisibles requieren atención especializada y tratamiento por parte de un neuropsicólogo.
El movimiento para prevenir los ictus está en plena expansión gracias a la Ictus Asociación Madrileña ICAM, fundada por Enrique. "Animamos a la gente a que no se rinda", enseña. El cerebro es plástico y siempre se puede mejorar, incluso después de un ataque cerebral.
Enrique Criado es un superviviente que quiere inspirar a otros a seguir adelante después de un ictus. "La vida no se da por perdida, solo se deja escapar", enseña con determinación.