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En un intento por ofrecer a los ancianos con demencia una vida más normalizada, se ha creado en los Países Bajos una "aldea" única donde la comunidad y el apoyo están al alcance de la mano. Hogeweyk, un espacio diseñado específicamente para personas que viven con esta enfermedad, pretende ser el refugio idílico donde nadie quiere estar encerrado por el resto de su vida.
En este pequeño pueblo de las afueras de Ámsterdam, se han creado viviendas colectivas con 6 o 7 residentes en cada casa, un bar, un teatro y tiendas que ofrecen una sensación de normalidad. El objetivo es preservar la autonomía emocional y la dignidad de los ancianos, brindándoles la oportunidad de vivir al ritmo de su propia vida sin la interferencia de instituciones que limitan su libertad.
El diseño se basa en la creación de un ambiente cálido y acogedor donde tanto los empleados como los visitantes puedan sentirse incómodos del mismo modo. Hay esfuerzos para respetar las rutinas personales de cada residente, con el fin de "independizar" a la gente que vive con demencia e incluirla en la sociedad.
El proyecto Hogeweyk ha sido un éxito y se ha convertido en una referencia para iniciativas similares en todo el mundo. En Noruega, se construyó Carpe Diem, un espacio cívico con espacios al aire libre y actividades que invitan a los vecinos a participar. Pero es importante destacar que el desafío más grande es reducir el estigma social y enseñar a la sociedad a incluir a las personas con demencia en la vida cotidiana.
La cifra de personas que viven con demencia ha subido drásticamente, pasando de 35 millones a más de 55 millones, lo que se estima que llegará a los 78 millones para el 2030. En este escenario, iniciativas como Hogeweyk son fundamentales para ofrecer una vida digna y normalizada a quienes la necesitan.
Es hora de cambiar el paradigma social y enseñar a la sociedad a valorar y incluir a las personas con demencia en nuestra comunidad. La creación de espacios como Hogeweyk es un paso importante hacia esta dirección, pero también requiere un cambio cultural profundo que nos permita ver la demencia no solo como una enfermedad, sino como parte de una vida humana completa y digna.
En este pequeño pueblo de las afueras de Ámsterdam, se han creado viviendas colectivas con 6 o 7 residentes en cada casa, un bar, un teatro y tiendas que ofrecen una sensación de normalidad. El objetivo es preservar la autonomía emocional y la dignidad de los ancianos, brindándoles la oportunidad de vivir al ritmo de su propia vida sin la interferencia de instituciones que limitan su libertad.
El diseño se basa en la creación de un ambiente cálido y acogedor donde tanto los empleados como los visitantes puedan sentirse incómodos del mismo modo. Hay esfuerzos para respetar las rutinas personales de cada residente, con el fin de "independizar" a la gente que vive con demencia e incluirla en la sociedad.
El proyecto Hogeweyk ha sido un éxito y se ha convertido en una referencia para iniciativas similares en todo el mundo. En Noruega, se construyó Carpe Diem, un espacio cívico con espacios al aire libre y actividades que invitan a los vecinos a participar. Pero es importante destacar que el desafío más grande es reducir el estigma social y enseñar a la sociedad a incluir a las personas con demencia en la vida cotidiana.
La cifra de personas que viven con demencia ha subido drásticamente, pasando de 35 millones a más de 55 millones, lo que se estima que llegará a los 78 millones para el 2030. En este escenario, iniciativas como Hogeweyk son fundamentales para ofrecer una vida digna y normalizada a quienes la necesitan.
Es hora de cambiar el paradigma social y enseñar a la sociedad a valorar y incluir a las personas con demencia en nuestra comunidad. La creación de espacios como Hogeweyk es un paso importante hacia esta dirección, pero también requiere un cambio cultural profundo que nos permita ver la demencia no solo como una enfermedad, sino como parte de una vida humana completa y digna.