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"Un crimen en el corazón del poder". En el municipio madrileño de Alpedrete, donde el silencio de los vecinos se ha convertido en una lupa que se alimenta de las secretas y miedos de quienes viven allí, ha habido un crimen que ha dejado conmocionado al pueblo. La historia de Juan Pedro Ródenas y su esposa María del Pilar Écija es el caso más reciente en una lista interminable de asesinatos machistas que han sacudido a España.
El pasado sábado, en un pueblecito donde las familias se conocen bien y todos sabían quién era quien, el hombre de 60 años comió suficiente alcohol y tomó medicamentos para decidirse por la muerte de su esposa. La autopsia reveló que María del Pilar fue acuchillada, mientras que Juan Pedro, también asesinado por su propio cúter, había muerto después de haber consumido una cantidad letal de alcohol.
Pero detrás de este crimen se encuentran las raíces más profundas. Los hijos de la pareja, David y Diego Ródenas, han escrito una carta que ha sacudido a las redes sociales: "A nuestros padres los han matado". La familia, unida y feliz según ellos, ahora queda huérfana y silenciada.
El problema es que esta carta no ha sido solo una reacción de los hijos heridos. Han sido una llamada al escándalo, a la indignación y a la necesidad de justicia por parte de miles de personas que se han enterado de la historia. Pero el alcalde de Alpedrete, Juan Fernández, ha incurrido en un discurso negacionista sobre la violencia machista, lo cual ha generado un escándalo sin precedentes.
"El hijo gritaba que ahora se había quedado solo", cuenta una vecina del barrio donde vivía la pareja. "Ella casi no salía y él estaba enfermo", añade otra vecina. Pero en medio de esta escena, el alcalde ha defendido su política de omisión, afirmando que se trataba de un caso individual.
Pero los asesinatos machistas no son casos individuales. Son consecuencia de una estructura social que ignora y perpetúa la violencia contra las mujeres. "No hay medias tintas", declaró el presidente Pedro Sánchez. "Solo se puede estar con las víctimas o situarse del lado de quienes niegan esta violencia y blanquean a los agresores".
La lucha por la igualdad es una lucha por la vida. Y en este caso, la vida que ha sido asesinada es la de María del Pilar Écija, una mujer cuyas secretas han sido reveladas por su propio hijo. La pregunta es qué más se puede hacer para dar justicia a esta historia y prevenir futuros crímenes machistas.
La respuesta no está en las redes sociales ni en las declaraciones de políticos. La respuesta está en la conciencia colectiva, en la capacidad de los vecinos para escuchar y ayudar a quienes están heridos. Un crimen como este es un llamado a la responsabilidad y a la solidaridad.
"El hijo gritaba que ahora se había quedado solo". Estas palabras han sacudido al pueblo de Alpedrete, pero también deben ser un llamado a todos nosotros a unirnos en contra de la violencia machista y a buscar justicia para las víctimas.
El pasado sábado, en un pueblecito donde las familias se conocen bien y todos sabían quién era quien, el hombre de 60 años comió suficiente alcohol y tomó medicamentos para decidirse por la muerte de su esposa. La autopsia reveló que María del Pilar fue acuchillada, mientras que Juan Pedro, también asesinado por su propio cúter, había muerto después de haber consumido una cantidad letal de alcohol.
Pero detrás de este crimen se encuentran las raíces más profundas. Los hijos de la pareja, David y Diego Ródenas, han escrito una carta que ha sacudido a las redes sociales: "A nuestros padres los han matado". La familia, unida y feliz según ellos, ahora queda huérfana y silenciada.
El problema es que esta carta no ha sido solo una reacción de los hijos heridos. Han sido una llamada al escándalo, a la indignación y a la necesidad de justicia por parte de miles de personas que se han enterado de la historia. Pero el alcalde de Alpedrete, Juan Fernández, ha incurrido en un discurso negacionista sobre la violencia machista, lo cual ha generado un escándalo sin precedentes.
"El hijo gritaba que ahora se había quedado solo", cuenta una vecina del barrio donde vivía la pareja. "Ella casi no salía y él estaba enfermo", añade otra vecina. Pero en medio de esta escena, el alcalde ha defendido su política de omisión, afirmando que se trataba de un caso individual.
Pero los asesinatos machistas no son casos individuales. Son consecuencia de una estructura social que ignora y perpetúa la violencia contra las mujeres. "No hay medias tintas", declaró el presidente Pedro Sánchez. "Solo se puede estar con las víctimas o situarse del lado de quienes niegan esta violencia y blanquean a los agresores".
La lucha por la igualdad es una lucha por la vida. Y en este caso, la vida que ha sido asesinada es la de María del Pilar Écija, una mujer cuyas secretas han sido reveladas por su propio hijo. La pregunta es qué más se puede hacer para dar justicia a esta historia y prevenir futuros crímenes machistas.
La respuesta no está en las redes sociales ni en las declaraciones de políticos. La respuesta está en la conciencia colectiva, en la capacidad de los vecinos para escuchar y ayudar a quienes están heridos. Un crimen como este es un llamado a la responsabilidad y a la solidaridad.
"El hijo gritaba que ahora se había quedado solo". Estas palabras han sacudido al pueblo de Alpedrete, pero también deben ser un llamado a todos nosotros a unirnos en contra de la violencia machista y a buscar justicia para las víctimas.