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El Consejo de Ministros está a punto de aprobar una reforma legal sin precedentes, que dejará el proceso penal en manos de los fiscales. El proyecto, conocido como Loecrim, es un anteproyecto que se ha ido retrasando desde hace casi 15 años y que supondrá un cambio estructural en el proceso penal.
La reforma implicará que las investigaciones penales ya no estarán a cargo de jueces instructores, sino de los fiscales. Esta fórmula está en vigor en la mayoría de países de la UE y funciona perfectamente en España para la Fiscalía Europea y para los delitos cometidos por menores.
El proyecto contempla también cambios en el Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal, lo que implica desvincular el mandato del fiscal general de la legislatura. Además, se limitará la figura de la acusación popular, que ya no podrá ser ejercida por los partidos políticos ni los sindicatos.
El texto también reforma varios aspectos del Estatuto del Ministerio Fiscal para blindar la autonomía del ministerio público y evitar que los fiscales puedan recibir presiones externas cuando dirijan las investigaciones. El fiscal general del Estado seguirá siendo nombrado por el Ejecutivo, pero su mandato ya no quedará ligado a la legislatura.
El nuevo modelo pretende agilizar el proceso penal al evitar las demoras que se producen con los recursos que llegan a las audiencias provinciales. Los nuevos casos que comiencen después de 2028 estarán dirigidos por los fiscales, pero un juez de garantías controlará algunos aspectos procesales.
El proyecto también contempla cambios en el papel de la Junta de Fiscales de Sala y se refuerza el nombramiento, ascenso y sanciones de los principales fiscales. Además, se reforzará el papel del fiscal general y se limitarán las comunicaciones entre él y el Ejecutivo.
La Loecrim implicará también un cambio en la figura de la acusación popular, que no podrá ser ejercida por los partidos políticos ni los sindicatos. Solo podrán ejercerla asociaciones o entidades que acrediten un "vínculo legítimo" con el "interés público".
La reforma implicará que las investigaciones penales ya no estarán a cargo de jueces instructores, sino de los fiscales. Esta fórmula está en vigor en la mayoría de países de la UE y funciona perfectamente en España para la Fiscalía Europea y para los delitos cometidos por menores.
El proyecto contempla también cambios en el Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal, lo que implica desvincular el mandato del fiscal general de la legislatura. Además, se limitará la figura de la acusación popular, que ya no podrá ser ejercida por los partidos políticos ni los sindicatos.
El texto también reforma varios aspectos del Estatuto del Ministerio Fiscal para blindar la autonomía del ministerio público y evitar que los fiscales puedan recibir presiones externas cuando dirijan las investigaciones. El fiscal general del Estado seguirá siendo nombrado por el Ejecutivo, pero su mandato ya no quedará ligado a la legislatura.
El nuevo modelo pretende agilizar el proceso penal al evitar las demoras que se producen con los recursos que llegan a las audiencias provinciales. Los nuevos casos que comiencen después de 2028 estarán dirigidos por los fiscales, pero un juez de garantías controlará algunos aspectos procesales.
El proyecto también contempla cambios en el papel de la Junta de Fiscales de Sala y se refuerza el nombramiento, ascenso y sanciones de los principales fiscales. Además, se reforzará el papel del fiscal general y se limitarán las comunicaciones entre él y el Ejecutivo.
La Loecrim implicará también un cambio en la figura de la acusación popular, que no podrá ser ejercida por los partidos políticos ni los sindicatos. Solo podrán ejercerla asociaciones o entidades que acrediten un "vínculo legítimo" con el "interés público".