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Un coleccionista danés se despide con su tesoro: 13.000 muestras, 4.000 especies distintas por más de 48 años. Hans Kloster, un hombre de 81 años que dedicó su vida a la búsqueda de minerales de todos los rincones del mundo, ha decidido poner fin a su aventura y vender su colección a cerca de 50.000 euros.
La mayor colección privada de este tipo se adueña ahora al Museo Danés de Historia Natural. Lo que fue un apartamento lleno de vitrinas repletas de piedras, cristales y fragmentos de la historia geológica del planeta, hoy pasa a ser parte de las instalaciones del museo.
Kloster, quien no tiene herederos interesados en su trabajo, decidió vender su colección porque quería que su legado quedara en manos de quienes sabrían valorarlo. "Puedes tener toda mi colección por un precio simbólico", había dicho meses atrás a un medio local.
La adquisición es considerada un acontecimiento sin precedentes por el museo. La colección de Kloster añade más de 1.000 especies que antes no figuraban en los fondos del museo, lo que eleva su cobertura de minerales conocidos al 50% al 70%. "Es una incorporación única: amplía las posibilidades de investigación en campos que van desde el origen de la Tierra hasta los materiales del futuro", subraya el investigador Michael Storey.
Además, muchos de los minerales poseen una estética espectacular, lo que les da un gran potencial expositivo. El museo planea diseñar una muestra permanente en el futuro que rinda homenaje a la diversidad mineral y al compromiso personal de Kloster.
Kloster mismo expresó su alegría de que su trabajo "siga contando historias y ayudando a otros a entender la Tierra". Su gesto convierte una colección privada en patrimonio público, cerrando con serenidad y gratitud la vida de un hombre que hizo de su curiosidad una obra científica y casi poética.
La mayor colección privada de este tipo se adueña ahora al Museo Danés de Historia Natural. Lo que fue un apartamento lleno de vitrinas repletas de piedras, cristales y fragmentos de la historia geológica del planeta, hoy pasa a ser parte de las instalaciones del museo.
Kloster, quien no tiene herederos interesados en su trabajo, decidió vender su colección porque quería que su legado quedara en manos de quienes sabrían valorarlo. "Puedes tener toda mi colección por un precio simbólico", había dicho meses atrás a un medio local.
La adquisición es considerada un acontecimiento sin precedentes por el museo. La colección de Kloster añade más de 1.000 especies que antes no figuraban en los fondos del museo, lo que eleva su cobertura de minerales conocidos al 50% al 70%. "Es una incorporación única: amplía las posibilidades de investigación en campos que van desde el origen de la Tierra hasta los materiales del futuro", subraya el investigador Michael Storey.
Además, muchos de los minerales poseen una estética espectacular, lo que les da un gran potencial expositivo. El museo planea diseñar una muestra permanente en el futuro que rinda homenaje a la diversidad mineral y al compromiso personal de Kloster.
Kloster mismo expresó su alegría de que su trabajo "siga contando historias y ayudando a otros a entender la Tierra". Su gesto convierte una colección privada en patrimonio público, cerrando con serenidad y gratitud la vida de un hombre que hizo de su curiosidad una obra científica y casi poética.