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Cuando el exbanquero Andrew Pearse compareció ante un tribunal federal en el centro de Brooklyn, el 6 de marzo, tuvo miedo enfrentarse a una pena de hasta 13 años de prisión. Su vida había estado desmoronándose desde que decidió cooperar con el Departamento de Justicia de Estados Unidos en verano de 2019.
Su historia es un relato familiar de arrogancia y caída, pero también revela una compleja narrativa del ascenso, la caída y la redención de un financiero. Nació en Nueva Zelanda en 1969 y se mudó a Tokio y luego a Londres con su familia. Tuvo una infancia difícil.
Durante años, su vida siguió una trayectoria similar a la de muchos jóvenes ambiciosos de familias adineradas que se convirtieron en profesionales en Londres en los años noventa. Fue a una costosa escuela privada, a una prestigiosa universidad, comenzó una carrera en Derecho y luego se pasó al lucrativo mundo de la banca de inversión.
En 1996, Pearse se casó con Catherine, una abogada de renombre en un bufete rival. Pronto formaron una familia y tuvieron una gran casa en el campo. En 2000, se incorporó a Credit Suisse, donde rápidamente se convirtió en actor clave en un fraude de 2.000 millones de dólares, conocido como el escándalo de los tuna bonds.
El fraude fue parte de la paralización de la economía de Mozambique y supuso un paso importante en el fracaso de Credit Suisse, que colapsó en 2023. Pearse cobraba unas 600.000 libras de salario base y un bono anual de dos millones más.
Sin embargo, su obsesión por el dinero lo llevó a sentir celos de sus colegas que podían permitirse yates y casas caras. También había iniciado una aventura con Detelina Subeva, una compañera de trabajo casada y de menor rango, lo que violaba la política del banco.
En 2012, Pearse decidió fundar su propia empresa de asesoría financiera y renunció. Pero antes de que venciera su preaviso, entabló una relación con un cliente que le cambiaría la vida: la empresa de construcción naval Privinvest, propiedad de Iskandar Safa.
La investigación inicial del banco sobre la empresa advirtió sobre posibles incumplimientos legales y sobornos, pero Credit Suisse decidió seguir adelante. Privinvest se convirtió en cliente de Pearse, quien trabajaba gestionando cientos de millones de dólares en préstamos para Privinvest.
En febrero de 2013, Boustani le hizo una oferta a Pearse junto a la piscina de un hotel en Maputo: si conseguía reducir la comisión de Credit Suisse de 49 a 38 millones de dólares, le pagarían unos 5,5 millones de dólares para financiar su nueva empresa. Pearse aceptó el dinero.
Durante los dos años siguientes, Privinvest canalizó alrededor de 45 millones de dólares a Pearse. El caso llegó a ser conocido como el escándalo de los tuna bonds, y la investigación del Departamento de Justicia de Estados Unidos creció hasta involucrar a varios otros hombres.
En 2018, un gran jurado de Nueva York presentó una acusación contra Boustani, Subeva y Pearse. Pero en 2019, el exbanquero estrella decidió cooperar con el Departamento de Justicia y se declaró culpable a cambio de una sentencia más indulgente.
Durante los años siguientes, Pearse recorrió varias casas y durante un tiempo se mudó a una caravana cerca de su familia y se dedicó a la jardinería. Reunió el dinero para comprar una camioneta y emprendió un nuevo negocio: recolectaba basura doméstica para llevarla a un centro de reciclaje o al vertedero local.
A pesar de su cooperación, Pearse nunca podría escapar de las consecuencias de sus acciones. Su delito conllevaba una pena máxima de 13 años de cárcel, y la sentencia final que recibió fue de varios años menos, pero todavía lo dejó con una vida marcada por la caída.
La historia de Andrew Pearse es un recordatorio de cómo la ambición puede llevar a la caída. Pero también muestra que la redención es posible, incluso en los momentos más oscuros.
Su historia es un relato familiar de arrogancia y caída, pero también revela una compleja narrativa del ascenso, la caída y la redención de un financiero. Nació en Nueva Zelanda en 1969 y se mudó a Tokio y luego a Londres con su familia. Tuvo una infancia difícil.
Durante años, su vida siguió una trayectoria similar a la de muchos jóvenes ambiciosos de familias adineradas que se convirtieron en profesionales en Londres en los años noventa. Fue a una costosa escuela privada, a una prestigiosa universidad, comenzó una carrera en Derecho y luego se pasó al lucrativo mundo de la banca de inversión.
En 1996, Pearse se casó con Catherine, una abogada de renombre en un bufete rival. Pronto formaron una familia y tuvieron una gran casa en el campo. En 2000, se incorporó a Credit Suisse, donde rápidamente se convirtió en actor clave en un fraude de 2.000 millones de dólares, conocido como el escándalo de los tuna bonds.
El fraude fue parte de la paralización de la economía de Mozambique y supuso un paso importante en el fracaso de Credit Suisse, que colapsó en 2023. Pearse cobraba unas 600.000 libras de salario base y un bono anual de dos millones más.
Sin embargo, su obsesión por el dinero lo llevó a sentir celos de sus colegas que podían permitirse yates y casas caras. También había iniciado una aventura con Detelina Subeva, una compañera de trabajo casada y de menor rango, lo que violaba la política del banco.
En 2012, Pearse decidió fundar su propia empresa de asesoría financiera y renunció. Pero antes de que venciera su preaviso, entabló una relación con un cliente que le cambiaría la vida: la empresa de construcción naval Privinvest, propiedad de Iskandar Safa.
La investigación inicial del banco sobre la empresa advirtió sobre posibles incumplimientos legales y sobornos, pero Credit Suisse decidió seguir adelante. Privinvest se convirtió en cliente de Pearse, quien trabajaba gestionando cientos de millones de dólares en préstamos para Privinvest.
En febrero de 2013, Boustani le hizo una oferta a Pearse junto a la piscina de un hotel en Maputo: si conseguía reducir la comisión de Credit Suisse de 49 a 38 millones de dólares, le pagarían unos 5,5 millones de dólares para financiar su nueva empresa. Pearse aceptó el dinero.
Durante los dos años siguientes, Privinvest canalizó alrededor de 45 millones de dólares a Pearse. El caso llegó a ser conocido como el escándalo de los tuna bonds, y la investigación del Departamento de Justicia de Estados Unidos creció hasta involucrar a varios otros hombres.
En 2018, un gran jurado de Nueva York presentó una acusación contra Boustani, Subeva y Pearse. Pero en 2019, el exbanquero estrella decidió cooperar con el Departamento de Justicia y se declaró culpable a cambio de una sentencia más indulgente.
Durante los años siguientes, Pearse recorrió varias casas y durante un tiempo se mudó a una caravana cerca de su familia y se dedicó a la jardinería. Reunió el dinero para comprar una camioneta y emprendió un nuevo negocio: recolectaba basura doméstica para llevarla a un centro de reciclaje o al vertedero local.
A pesar de su cooperación, Pearse nunca podría escapar de las consecuencias de sus acciones. Su delito conllevaba una pena máxima de 13 años de cárcel, y la sentencia final que recibió fue de varios años menos, pero todavía lo dejó con una vida marcada por la caída.
La historia de Andrew Pearse es un recordatorio de cómo la ambición puede llevar a la caída. Pero también muestra que la redención es posible, incluso en los momentos más oscuros.