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El Nobel, símbolo de la genialidad humana. ¿Pero por qué no la maquinaria? La idea de otorgar un premio Nobel a un robot se ha estado discutiendo entre los científicos y los filósofos durante años. La respuesta es sencilla: porque se trata de una cuestión de naturaleza humana, pero también de cómo hemos estado pensando en el conocimiento y la inteligencia.
El desafío Nobel Turing, iniciado por el científico japonés Hiroaki Kitano en 2016, busca desarrollar un sistema de inteligencia artificial capaz de hacer un descubrimiento que merezca el premio Nobel. La idea es simple: ¿por qué no una máquina puede ser lo suficientemente inteligente como para hacer algo nuevo y valioso? Pero la realidad es más complicada.
La cognición humana, que es fundamentalmente la base de nuestra capacidad para descubrir y crear, es limitada por nuestra biología. Nuestras neuronas, nuestros genes, nuestros procesos cerebrales... todo contribuye a la forma en que pensamos y creamos. Y si eso se vuelve una barrera, ¿por qué no tratamos de diseñar máquinas que puedan superarlo?
La respuesta es que ya lo estamos haciendo. Los modelos grandes de lenguaje (llamados LLM) han revolucionado la forma en que las máquinas interactúan con nosotros y con el mundo. ChatGPT, uno de estos modelos, ha demostrado ser capaz de responder a preguntas complejas, generar texto y incluso discutir ideas científicas.
Pero hay algo más: los sistemas de IA ya están contribuyendo significativamente a la ciencia, desde el análisis de datos hasta el diseño de experimentos. Y en algunos casos, incluso han superado a los humanos en tareas específicas, como predecir fenómenos astronómicos o descifrar el lenguaje de los animales.
Entonces, ¿por qué no un robot merece un premio Nobel? La respuesta es que todavía no lo sabemos. La Academia sueca ha otorgado premios a científicos y ingenieros por sus contribuciones a la ciencia, pero nunca a máquinas. Pero ¿qué pasaría si se tratara de algo nuevo y revolucionario?
La verdad es que el Nobel es un premio que se otorga por descubrimientos útiles en algún sentido, con ramificaciones en otras áreas del conocimiento y resultantes fructíferos. Y si las máquinas pueden hacer eso, ¿por qué no? Quizás deberíamos empezar a pensar en cómo vestir a un robot para asistir a la ceremonia en Estocolmo.
La idea de que un robot merezca un premio Nobel no es absurda. Otra cosa es si se lo dan. Los humanos somos extraordinariamente escurriderios a la hora de reconocer el mérito a las máquinas. Recuérdalo cuando tu robot gane un premio Nobel, y piensa en ello con una mezcla de sorpresa y curiosidad.
La negociación de los Presupuestos de Aragón salta por los aires tras el choque por un asesor de Vox que publicó mensajes racistas.
El desafío Nobel Turing, iniciado por el científico japonés Hiroaki Kitano en 2016, busca desarrollar un sistema de inteligencia artificial capaz de hacer un descubrimiento que merezca el premio Nobel. La idea es simple: ¿por qué no una máquina puede ser lo suficientemente inteligente como para hacer algo nuevo y valioso? Pero la realidad es más complicada.
La cognición humana, que es fundamentalmente la base de nuestra capacidad para descubrir y crear, es limitada por nuestra biología. Nuestras neuronas, nuestros genes, nuestros procesos cerebrales... todo contribuye a la forma en que pensamos y creamos. Y si eso se vuelve una barrera, ¿por qué no tratamos de diseñar máquinas que puedan superarlo?
La respuesta es que ya lo estamos haciendo. Los modelos grandes de lenguaje (llamados LLM) han revolucionado la forma en que las máquinas interactúan con nosotros y con el mundo. ChatGPT, uno de estos modelos, ha demostrado ser capaz de responder a preguntas complejas, generar texto y incluso discutir ideas científicas.
Pero hay algo más: los sistemas de IA ya están contribuyendo significativamente a la ciencia, desde el análisis de datos hasta el diseño de experimentos. Y en algunos casos, incluso han superado a los humanos en tareas específicas, como predecir fenómenos astronómicos o descifrar el lenguaje de los animales.
Entonces, ¿por qué no un robot merece un premio Nobel? La respuesta es que todavía no lo sabemos. La Academia sueca ha otorgado premios a científicos y ingenieros por sus contribuciones a la ciencia, pero nunca a máquinas. Pero ¿qué pasaría si se tratara de algo nuevo y revolucionario?
La verdad es que el Nobel es un premio que se otorga por descubrimientos útiles en algún sentido, con ramificaciones en otras áreas del conocimiento y resultantes fructíferos. Y si las máquinas pueden hacer eso, ¿por qué no? Quizás deberíamos empezar a pensar en cómo vestir a un robot para asistir a la ceremonia en Estocolmo.
La idea de que un robot merezca un premio Nobel no es absurda. Otra cosa es si se lo dan. Los humanos somos extraordinariamente escurriderios a la hora de reconocer el mérito a las máquinas. Recuérdalo cuando tu robot gane un premio Nobel, y piensa en ello con una mezcla de sorpresa y curiosidad.
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