PensamientoDelSur
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En un mundo donde la crítica cinematográfica parece haberse reducido a una simple opinión desmedida, <i>Orphanik</i>, un anuario de la Escuela de escritores, nos presenta un vistazo a un futuro posible en el que la crítica resiste frente a la precariedad laboral y la normalización de la pereza intelectual. Pero ¿qué diferencia hay entre una crítica y una opinión? En esencia, ninguna, según muchos lectores que consideran que la crítica se distingue únicamente por el tamaño del texto o la autoridad del medio que la publica.
Pero esto no significa que la auténtica crítica cinematográfica haya desaparecido. Por el contrario, es precisamente lo contrario: se escribe con la vocación de que el lector salga de ella más sabio, incluso más culto, con más herramientas para afilar la sensibilidad propia y comprender la ajena. Un ejemplo perfecto de esto es la crítica a <i>Twin Peaks: Fuego camina conmigo</i> realizada por Jordi Costa en 1994. Esta crítica formativa nos enseñó a apreciar la complejidad y la originalidad que caracterizan a la obra de David Lynch.
Pero hoy, el culto a Lynch parece haberse convertido en un faro para muchos cineastas, cuyo legado se ha perdido en la multitud. Pablo Hernando, autor de <i>Una ballena</i>, nos presenta una visión de lo que podría ser la crítica cinematográfica del futuro si prestamos atención a los directores que, como Lynch, sobreviven al margen de lo que recomiendan los festivales y los multicines. Y Julián Génisson, director de <i>Inmotep</i>, nos muestra cómo la originalidad y la sensibilidad pueden ser fundamentales para una crítica efectiva.
Sin embargo, el poco sentido del culto a Lynch puede llevarnos a olvidar su trágica cantidad de proyectos frustrados. Un autor que demandó la misma curiosidad, osadía y sensibilidad que ahora exigen los cineastas actuales. Prestarle atención a tiempo, ser militantes de lo extraordinario aquí y ahora muestra más respeto al legado de Lynch que todas sus películas en formato 4K compartiendo estantería con el funko del Agente Cooper.
La cámara con la que Lynch grabó <i>Inland Empire</i> se subastó por una cifra mayor que lo que costó financiarla. ¿Cuánto valoramos verdaderamente la originalidad y la creatividad en la crítica cinematográfica? La respuesta es simple: no demasiado. Pero si queremos aprender de los errores del pasado, debemos prestar atención a los directores que siguen el camino de Lynch, como Hernando y Génisson.
Pero esto no significa que la auténtica crítica cinematográfica haya desaparecido. Por el contrario, es precisamente lo contrario: se escribe con la vocación de que el lector salga de ella más sabio, incluso más culto, con más herramientas para afilar la sensibilidad propia y comprender la ajena. Un ejemplo perfecto de esto es la crítica a <i>Twin Peaks: Fuego camina conmigo</i> realizada por Jordi Costa en 1994. Esta crítica formativa nos enseñó a apreciar la complejidad y la originalidad que caracterizan a la obra de David Lynch.
Pero hoy, el culto a Lynch parece haberse convertido en un faro para muchos cineastas, cuyo legado se ha perdido en la multitud. Pablo Hernando, autor de <i>Una ballena</i>, nos presenta una visión de lo que podría ser la crítica cinematográfica del futuro si prestamos atención a los directores que, como Lynch, sobreviven al margen de lo que recomiendan los festivales y los multicines. Y Julián Génisson, director de <i>Inmotep</i>, nos muestra cómo la originalidad y la sensibilidad pueden ser fundamentales para una crítica efectiva.
Sin embargo, el poco sentido del culto a Lynch puede llevarnos a olvidar su trágica cantidad de proyectos frustrados. Un autor que demandó la misma curiosidad, osadía y sensibilidad que ahora exigen los cineastas actuales. Prestarle atención a tiempo, ser militantes de lo extraordinario aquí y ahora muestra más respeto al legado de Lynch que todas sus películas en formato 4K compartiendo estantería con el funko del Agente Cooper.
La cámara con la que Lynch grabó <i>Inland Empire</i> se subastó por una cifra mayor que lo que costó financiarla. ¿Cuánto valoramos verdaderamente la originalidad y la creatividad en la crítica cinematográfica? La respuesta es simple: no demasiado. Pero si queremos aprender de los errores del pasado, debemos prestar atención a los directores que siguen el camino de Lynch, como Hernando y Génisson.