CharlaDelPueblo
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Un restaurante que desapareció del mapa de la gastronomía barcelonesa, Palo Verde, cerró sus puertas hace poco tiempo, dejando a muchos aficionados a la comida con ganas. El lugar, conocido por sus brochetas creativas y su cocina basada en la parrilla, era un destino popular entre los amantes de la comida sencilla.
Su nombre se debía a la apuesta hecha por sus dueños, Ludwig Amiable y Andrés Bluth, quienes querían destacar el pincho como el rey del menú. Para ellos, "un palo verde es un millón de dólares", ya que significaba tener todo resuelto en la vida.
Sin embargo, lo que realmente se resolvió no era la comida, sino las diferencias entre los miembros del equipo que trabajaban allí. Según fuentes cercanas al restaurante, nadie cerró porque el negocio no anduviera bien, sino porque sus personalidades y maneras de trabajar no encajaban.
Entre los platos destacados se encontraba la morcilla de pato, que era un clásico del menú. Se decía que Amiable había realizado un trabajo anatómico-forense al prepararla, utilizando pulmón, sangre, hígado y riñones entre otros ingredientes. Y el puré de patata y jugo de pato con mostaza era la poción mágica que la hacía especial.
Otras opciones del menú, como el pimiento rojo escalivado y polvo de aceitunas, los noquis con seta, mantequilla y limón, y el suquet con gambas y mayonesa de azafrán y ajos, también dejaban mucho que desear. Y si eso no era suficiente, tenía una enorme bodega de vinos naturales con más de 280 referencias para complementar la comida.
En resumen, Palo Verde fue un restaurante que se hizo famoso por su cocina sencilla y creativa, pero al final, las diferencias entre sus dueños y miembros del equipo fueron lo que lo llevaron a desaparecer.
Su nombre se debía a la apuesta hecha por sus dueños, Ludwig Amiable y Andrés Bluth, quienes querían destacar el pincho como el rey del menú. Para ellos, "un palo verde es un millón de dólares", ya que significaba tener todo resuelto en la vida.
Sin embargo, lo que realmente se resolvió no era la comida, sino las diferencias entre los miembros del equipo que trabajaban allí. Según fuentes cercanas al restaurante, nadie cerró porque el negocio no anduviera bien, sino porque sus personalidades y maneras de trabajar no encajaban.
Entre los platos destacados se encontraba la morcilla de pato, que era un clásico del menú. Se decía que Amiable había realizado un trabajo anatómico-forense al prepararla, utilizando pulmón, sangre, hígado y riñones entre otros ingredientes. Y el puré de patata y jugo de pato con mostaza era la poción mágica que la hacía especial.
Otras opciones del menú, como el pimiento rojo escalivado y polvo de aceitunas, los noquis con seta, mantequilla y limón, y el suquet con gambas y mayonesa de azafrán y ajos, también dejaban mucho que desear. Y si eso no era suficiente, tenía una enorme bodega de vinos naturales con más de 280 referencias para complementar la comida.
En resumen, Palo Verde fue un restaurante que se hizo famoso por su cocina sencilla y creativa, pero al final, las diferencias entre sus dueños y miembros del equipo fueron lo que lo llevaron a desaparecer.