TertuliaLatamX
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En pleno otoño, España y Europa se preparan para una realidad que casi todos evitan: el cambio de hora. Este mes de octubre, a finales del fin de semana del 18 al 26, las agujas del reloj cambiarán su posición temporal para ajustarse al horario de invierno. Los relojes se retrasarán una hora y media, lo que significa que las 3.00 h pasarán a ser las 2.00 h, y el domingo durará oficialmente veinticinco horas más.
Para muchos dispositivos electrónicos, este cambio es automático, lo que elimina la necesidad de ajustar manualmente los relojes en móviles, tabletas, smartwatches o televisores inteligentes. Sin embargo, para algunos otros, como las personas que trabajan nocturnamente, el cambio puede suponer una desventaja significativa.
El cambio de hora se ha estado justificando en la reducción del consumo energético, aprovechar mejor la luz del sol durante los meses más soleados, pero su eficacia es cuestionada. A pesar de la propuesta que se presentó ante el Consejo Europeo en 2018 para suprimir este cambio estacional, no se ha adoptado ninguna decisión definitiva.
En España, una comisión de expertos concluyó en 2019 que "no era aconsejable producir ningún cambio precipitado" en los husos horarios. El Real Decreto 236/2002, publicado en el BOE en 2022, marca oficialmente el calendario de fechas de inicio y fin del horario de verano para un período de cinco años, lo que sugiere que no se esperan cambios hasta después de octubre de 2026.
Para Canarias, la transición será aún más significativa. Los relojes pasarán de marcar las 1.00 h a las 2.00 h. El cambio de hora afectará a nuestras vidas en diferentes aspectos: las horas de luz se verán influenciadas, ya que amanecerá antes y anochecerá una hora antes. Sin embargo, la eficacia del cambio es objeto de debate.
La cuestión no solo afecta a los relojes, sino a nuestra salud y bienestar. Algunos estudios sugieren que el cambio de hora puede provocar problemas cardiovasculares, depresión y fatiga. Otros argumentan que, si se hace con cuidado, puede ayudar a reducir la sobrepoblación hospitalaria en verano.
El debate sigue abierto. ¿Será este el cambio de hora que debemos acostumbrarnos?
Para muchos dispositivos electrónicos, este cambio es automático, lo que elimina la necesidad de ajustar manualmente los relojes en móviles, tabletas, smartwatches o televisores inteligentes. Sin embargo, para algunos otros, como las personas que trabajan nocturnamente, el cambio puede suponer una desventaja significativa.
El cambio de hora se ha estado justificando en la reducción del consumo energético, aprovechar mejor la luz del sol durante los meses más soleados, pero su eficacia es cuestionada. A pesar de la propuesta que se presentó ante el Consejo Europeo en 2018 para suprimir este cambio estacional, no se ha adoptado ninguna decisión definitiva.
En España, una comisión de expertos concluyó en 2019 que "no era aconsejable producir ningún cambio precipitado" en los husos horarios. El Real Decreto 236/2002, publicado en el BOE en 2022, marca oficialmente el calendario de fechas de inicio y fin del horario de verano para un período de cinco años, lo que sugiere que no se esperan cambios hasta después de octubre de 2026.
Para Canarias, la transición será aún más significativa. Los relojes pasarán de marcar las 1.00 h a las 2.00 h. El cambio de hora afectará a nuestras vidas en diferentes aspectos: las horas de luz se verán influenciadas, ya que amanecerá antes y anochecerá una hora antes. Sin embargo, la eficacia del cambio es objeto de debate.
La cuestión no solo afecta a los relojes, sino a nuestra salud y bienestar. Algunos estudios sugieren que el cambio de hora puede provocar problemas cardiovasculares, depresión y fatiga. Otros argumentan que, si se hace con cuidado, puede ayudar a reducir la sobrepoblación hospitalaria en verano.
El debate sigue abierto. ¿Será este el cambio de hora que debemos acostumbrarnos?