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Bangladesh: las víctimas de trata no tienen futuro sin cooperación internacional. Una joven, Bithi, fue vendida como prostituta en Abu Dabi y solo tuvo suerte gracias a la ayuda de una ONG local. La retirada de fondos de USAID y otras organizaciones internacionales pone en riesgo los programas que tratan de erradicar el tráfico de personas.
En Bangladés, donde cada año emigran cientos de miles de trabajadores por dificultades económicas, las mujeres son especialmente vulnerables a la trata. Y una vez en el extranjero, sus formas de explotación pueden ser inimaginables para nuestra sociedad. Según la OIM (Organización Internacional para Migraciones), casi un millón de personas emigran cada año desde este país. Una parte cae en manos de traficantes y es víctima de trabajos forzados, matrimonios forzados, explotación sexual o otras formas de esclavitud moderna.
En este contexto, la retirada de USAID, la agencia estadounidense que apoyó durante dos décadas los programas para erradicar el tráfico de personas, plantea una situación alarmante. Sin el financiamiento internacional, las organizaciones locales que trabajan en esta lucha se ven obligadas a reducir sus servicios y repercutir negativamente en la población más vulnerable.
La mujer Bithi, que fue víctima de trata entre diciembre de 2023 y abril de 2024, sigue esperando justicia. Su caso es un ejemplo de cómo esta práctica puede afectar a cualquier persona sin distinción. Según el informe publicado por The Guardian, la retirada de fondos de USAID ha eclipsado décadas de avances en la lucha contra la esclavitud sexual, el trabajo forzado y la explotación sexual infantil.
Para Anirban, una ONG que trabajaba en esta lucha, la situación es crítica. La organización ya no recibe financiación directa de USAID pero sigue contando con apoyo técnico de Winrock International. "Por culpa de los recortes de USAID, las organizaciones locales han sufrido graves restricciones financieras" dice Almin Noyon, líder de la ONG. Y aunque actualmente tiene fondos para seguir trabajando en esta lucha, es consciente que la situación podría empeorar.
Y es que los programas destinados a proteger a las víctimas de trata son los más vulnerables al corte de recursos. La RMMRU (Unidad de Investigación sobre Refugiados y Movimientos Migratorios) cuenta con estos programas para apoyar a las víctimas, pero según su directora, Marina Sultana, "se vieron obligadas a reducir sus servicios debido a la interrupción abrupta del financiamiento".
Es cierto que algunas ONG siguen contando con fondos para seguir trabajando en esta lucha. Pero el problema es que estos recursos son limitados. La situación se repite en otras organizaciones locales, y las víctimas de trata no tienen futuro sin la cooperación internacional.
En este panorama de crisis, Bithi sigue esperando su justicia. Ha recibido apoyo de varias ONG para rehabilitarse, pero lo que necesita es ver a sus traficantes en la cárcel. "Lo que necesitan todos los supervivientes de la trata de personas es justicia", concluye esta joven víctima.
En Bangladés, donde cada año emigran cientos de miles de trabajadores por dificultades económicas, las mujeres son especialmente vulnerables a la trata. Y una vez en el extranjero, sus formas de explotación pueden ser inimaginables para nuestra sociedad. Según la OIM (Organización Internacional para Migraciones), casi un millón de personas emigran cada año desde este país. Una parte cae en manos de traficantes y es víctima de trabajos forzados, matrimonios forzados, explotación sexual o otras formas de esclavitud moderna.
En este contexto, la retirada de USAID, la agencia estadounidense que apoyó durante dos décadas los programas para erradicar el tráfico de personas, plantea una situación alarmante. Sin el financiamiento internacional, las organizaciones locales que trabajan en esta lucha se ven obligadas a reducir sus servicios y repercutir negativamente en la población más vulnerable.
La mujer Bithi, que fue víctima de trata entre diciembre de 2023 y abril de 2024, sigue esperando justicia. Su caso es un ejemplo de cómo esta práctica puede afectar a cualquier persona sin distinción. Según el informe publicado por The Guardian, la retirada de fondos de USAID ha eclipsado décadas de avances en la lucha contra la esclavitud sexual, el trabajo forzado y la explotación sexual infantil.
Para Anirban, una ONG que trabajaba en esta lucha, la situación es crítica. La organización ya no recibe financiación directa de USAID pero sigue contando con apoyo técnico de Winrock International. "Por culpa de los recortes de USAID, las organizaciones locales han sufrido graves restricciones financieras" dice Almin Noyon, líder de la ONG. Y aunque actualmente tiene fondos para seguir trabajando en esta lucha, es consciente que la situación podría empeorar.
Y es que los programas destinados a proteger a las víctimas de trata son los más vulnerables al corte de recursos. La RMMRU (Unidad de Investigación sobre Refugiados y Movimientos Migratorios) cuenta con estos programas para apoyar a las víctimas, pero según su directora, Marina Sultana, "se vieron obligadas a reducir sus servicios debido a la interrupción abrupta del financiamiento".
Es cierto que algunas ONG siguen contando con fondos para seguir trabajando en esta lucha. Pero el problema es que estos recursos son limitados. La situación se repite en otras organizaciones locales, y las víctimas de trata no tienen futuro sin la cooperación internacional.
En este panorama de crisis, Bithi sigue esperando su justicia. Ha recibido apoyo de varias ONG para rehabilitarse, pero lo que necesita es ver a sus traficantes en la cárcel. "Lo que necesitan todos los supervivientes de la trata de personas es justicia", concluye esta joven víctima.