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Asturias, provincia del norte de España, ha estado en un proceso de transformación durante años. Desde la reconversión industrial de los ochenta y noventa, que supuso el final de la minería y un giro drástico en el sector naval y siderurgia, la región se vio afectada por una pérdida de empleos masiva.
Sin embargo, en los últimos tiempos, Asturias ha comenzado a cambiar. El proceso de descarbonización, que comenzó con las políticas verdes europeas, ha permitido convertir centrales térmicas en factorías de hidrógeno verde y desarrollar las renovables, como la eólica, que puebla los montes. Además, el puerto gijonés de El Musel se está diversificando, convirtiéndose en una pieza clave para la actividad del Noroeste español.
Otra gran oportunidad industrial se ha abierto con el sector de la defensa. La guerra en Ucrania y la mutación de los intereses geopolíticos de Estados Unidos han empujado a Europa a presupuestar miles de millones de euros para el desarrollo armamentístico, lo que ha permitido a Asturias acumular décadas de experiencia y poner sobre la mesa proyectos como el levantamiento de plantas.
También se está produciendo un cambio en el modelo turístico. La pandemia ha permitido que Asturias sea descubierta como un destino tranquilo, con su paisaje natural y su clima, lo que ha consolidado la tendencia a crecer en visitantes. El sector terciario basado en hoteles y terrazas ha traído una importante llegada de inmigrantes, especialmente a Oviedo y Gijón.
Este movimiento permite a Asturias iniciar una nueva etapa, aceptando como inevitable un cambio estructural con menor peso de la industria tradicional en favor de otros sectores. Sin embargo, es fundamental que sus dirigentes acierto las medidas fiscales y de promoción empresarial para aprovechar al máximo esta oportunidad.
En resumen, Asturias está por fin en condiciones de hacer de su necesidad virtud. La región se está transformando y está dispuesta a aceptar cambios estructurales para seguir adelante.
Sin embargo, en los últimos tiempos, Asturias ha comenzado a cambiar. El proceso de descarbonización, que comenzó con las políticas verdes europeas, ha permitido convertir centrales térmicas en factorías de hidrógeno verde y desarrollar las renovables, como la eólica, que puebla los montes. Además, el puerto gijonés de El Musel se está diversificando, convirtiéndose en una pieza clave para la actividad del Noroeste español.
Otra gran oportunidad industrial se ha abierto con el sector de la defensa. La guerra en Ucrania y la mutación de los intereses geopolíticos de Estados Unidos han empujado a Europa a presupuestar miles de millones de euros para el desarrollo armamentístico, lo que ha permitido a Asturias acumular décadas de experiencia y poner sobre la mesa proyectos como el levantamiento de plantas.
También se está produciendo un cambio en el modelo turístico. La pandemia ha permitido que Asturias sea descubierta como un destino tranquilo, con su paisaje natural y su clima, lo que ha consolidado la tendencia a crecer en visitantes. El sector terciario basado en hoteles y terrazas ha traído una importante llegada de inmigrantes, especialmente a Oviedo y Gijón.
Este movimiento permite a Asturias iniciar una nueva etapa, aceptando como inevitable un cambio estructural con menor peso de la industria tradicional en favor de otros sectores. Sin embargo, es fundamental que sus dirigentes acierto las medidas fiscales y de promoción empresarial para aprovechar al máximo esta oportunidad.
En resumen, Asturias está por fin en condiciones de hacer de su necesidad virtud. La región se está transformando y está dispuesta a aceptar cambios estructurales para seguir adelante.