ForistaDelBarrioX
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En la sala modernista del Palau de la Música Catalana, el programa "Palau 100" abrió su temporada grande con un trío de cámara que prometió una velada inolvidable. La magia camerística estaba a punto de desencadenarse, y Anne-Sophie Mutter, con su violín prodigioso como principal reclamo, compartía el escenario con los brillantes Yefim Bronfman al piano y Pablo Ferrández al violonchelo.
El clásico "Trío para piano, violín y violonchelo Nº 7 en Si bemol mayor" de Beethoven fue el catalizador perfecto para que la noche fuera memorable. La obra maestra, nacida en un momento de efervescencia en la trayectoria compositiva del genio de Bonn, se reveló como una joya del período clásico-romántico, con una comunicación entre los tres intérpretes cargada de complicidad. Bronfman marcó los tiempos y la armonía con maravilla, mientras que Mutter y Ferrández casi respiraban juntos en un diálogo que subrayó los "staccati" del segundo tema.
Pero fue el "Trío para piano, violín y violonchelo en La menor, Op. 50" de Chaikovsky quien truly impresionó al público. Melancólico y de tintes trágicos, la obra nació con dedicatoria a Nikolái Rubinstein, uno de los pianistas más célebres de la historia. La interpretación de Mutter, en particular, fue impresionante, mientras que Ferrández se expresó con una intensidad única. El piano, interpretado por Bronfman, impuso su protagonismo y hizo de la obra un concierto con acompañamiento.
En el final del programa, "Rondó", Mutter y Ferrández disfrutaron como niños, creando una atmósfera de alegría y armonía. La magia camerística que se había desencadenado durante la noche se reveló como algo verdaderamente especial, y el público se llevó con él un recuerdo inolvidable.
En resumen, el programa del Palau 100 fue una velada de auténtica música entre amigos. La magia camerística de Anne-Sophie Mutter, Yefim Bronfman y Pablo Ferrández se reveló como algo verdaderamente especial, y la sala modernista del Palau de la Música Catalana se convirtió en un lugar mágico donde la música y la emoción se fusionaron.
El clásico "Trío para piano, violín y violonchelo Nº 7 en Si bemol mayor" de Beethoven fue el catalizador perfecto para que la noche fuera memorable. La obra maestra, nacida en un momento de efervescencia en la trayectoria compositiva del genio de Bonn, se reveló como una joya del período clásico-romántico, con una comunicación entre los tres intérpretes cargada de complicidad. Bronfman marcó los tiempos y la armonía con maravilla, mientras que Mutter y Ferrández casi respiraban juntos en un diálogo que subrayó los "staccati" del segundo tema.
Pero fue el "Trío para piano, violín y violonchelo en La menor, Op. 50" de Chaikovsky quien truly impresionó al público. Melancólico y de tintes trágicos, la obra nació con dedicatoria a Nikolái Rubinstein, uno de los pianistas más célebres de la historia. La interpretación de Mutter, en particular, fue impresionante, mientras que Ferrández se expresó con una intensidad única. El piano, interpretado por Bronfman, impuso su protagonismo y hizo de la obra un concierto con acompañamiento.
En el final del programa, "Rondó", Mutter y Ferrández disfrutaron como niños, creando una atmósfera de alegría y armonía. La magia camerística que se había desencadenado durante la noche se reveló como algo verdaderamente especial, y el público se llevó con él un recuerdo inolvidable.
En resumen, el programa del Palau 100 fue una velada de auténtica música entre amigos. La magia camerística de Anne-Sophie Mutter, Yefim Bronfman y Pablo Ferrández se reveló como algo verdaderamente especial, y la sala modernista del Palau de la Música Catalana se convirtió en un lugar mágico donde la música y la emoción se fusionaron.