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La violencia machista: desmentimos los estereotipos y ofrecemos una visión más matizada.
Siempre hemos visto a las víctimas de la violencia machista como víctimas solas, olvidadas por el entorno. Pero ¿qué pasa cuando esa persona en cuestión no es un "monstruo" o un "borracho", sino alguien con quien tenemos un vínculo cercano? ¿Qué pasa cuando descubrimos que el "buen hombre" con el que nos habíamos acostumbrado a identificar puede ser, al mismo tiempo, un maltratador?
En primer lugar, debemos entender que la violencia machista no tiene un perfil específico. No existe un "tipo" de hombre que ejerce violencia contra las mujeres. Por el contrario, la mayoría de los agresores son hombres normales con cualidades positivas, una buena educación y ocupaciones respetables. También pueden ser jueces, periodistas, médicos o repartidores.
La evidencia muestra que no hay un patrón de pensamiento o estructura emocional específica que les lleva a ejercer violencia machista. En cambio, la causa principal es la interiorización de una ideología que establece la dominación masculina y subordina la posición de las mujeres en las relaciones afectivas.
En este sentido, un maltratador no siempre ejerce violencia. El patrón es una mezcla de conductas positivas, agradables y adecuadas con otros momentos en los que sí hay agresiones. Las agresiones no vienen en sí por hacerte daño, sino para colocarte en una posición y ejercer el control.
La normalización de la violencia machista es un problema serio que influye en cómo las víctimas se autoidentifican como tal y cómo los agresores son juzgados. En la mayoría de los casos, cuando hay testigos, el agresor "se protege" al ejercer la violencia, o es impune debido a su posición social.
Es importante reconocer que no todas las personas que ejercen violencia machista están malas personas. La mayoría tienen una personalidad positiva y se comportan de manera amable en otras ocasiones. Lo que importa es el control y la imposición, no la intención de hacerte daño.
En última instancia, la clave está en romper los estereotipos y no identificar a alguien solo por su posición social o su comportamiento en ciertos momentos. La violencia machista es un problema que afecta a todas las mujeres, y debemos reconocerlo y buscar una solución conjunta para superarlo.
"La mayoría de la gente ve a ese hombre como 'un buen hombre', pero eso no significa que esté agrediendo a una mujer", advierte Olga Barroso. "Esa es la idea que tenemos que romper: contigo o en ese contexto ese hombre puede estar portando bien, pero eso no quita que no está agrediendo a una mujer".
En lugar de ver a los maltratadores como 'monstruos', debemos entender que son seres humanos con problemas que pueden ser abordados y superados. La clave está en la comprensión y el reconocimiento de la violencia machista, así como en encontrar soluciones efectivas para combaterla.
Siempre hemos visto a las víctimas de la violencia machista como víctimas solas, olvidadas por el entorno. Pero ¿qué pasa cuando esa persona en cuestión no es un "monstruo" o un "borracho", sino alguien con quien tenemos un vínculo cercano? ¿Qué pasa cuando descubrimos que el "buen hombre" con el que nos habíamos acostumbrado a identificar puede ser, al mismo tiempo, un maltratador?
En primer lugar, debemos entender que la violencia machista no tiene un perfil específico. No existe un "tipo" de hombre que ejerce violencia contra las mujeres. Por el contrario, la mayoría de los agresores son hombres normales con cualidades positivas, una buena educación y ocupaciones respetables. También pueden ser jueces, periodistas, médicos o repartidores.
La evidencia muestra que no hay un patrón de pensamiento o estructura emocional específica que les lleva a ejercer violencia machista. En cambio, la causa principal es la interiorización de una ideología que establece la dominación masculina y subordina la posición de las mujeres en las relaciones afectivas.
En este sentido, un maltratador no siempre ejerce violencia. El patrón es una mezcla de conductas positivas, agradables y adecuadas con otros momentos en los que sí hay agresiones. Las agresiones no vienen en sí por hacerte daño, sino para colocarte en una posición y ejercer el control.
La normalización de la violencia machista es un problema serio que influye en cómo las víctimas se autoidentifican como tal y cómo los agresores son juzgados. En la mayoría de los casos, cuando hay testigos, el agresor "se protege" al ejercer la violencia, o es impune debido a su posición social.
Es importante reconocer que no todas las personas que ejercen violencia machista están malas personas. La mayoría tienen una personalidad positiva y se comportan de manera amable en otras ocasiones. Lo que importa es el control y la imposición, no la intención de hacerte daño.
En última instancia, la clave está en romper los estereotipos y no identificar a alguien solo por su posición social o su comportamiento en ciertos momentos. La violencia machista es un problema que afecta a todas las mujeres, y debemos reconocerlo y buscar una solución conjunta para superarlo.
"La mayoría de la gente ve a ese hombre como 'un buen hombre', pero eso no significa que esté agrediendo a una mujer", advierte Olga Barroso. "Esa es la idea que tenemos que romper: contigo o en ese contexto ese hombre puede estar portando bien, pero eso no quita que no está agrediendo a una mujer".
En lugar de ver a los maltratadores como 'monstruos', debemos entender que son seres humanos con problemas que pueden ser abordados y superados. La clave está en la comprensión y el reconocimiento de la violencia machista, así como en encontrar soluciones efectivas para combaterla.