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La exposición "Warhol, Pollock y otros espacios americanos" del Museo Nacional Thyssen-Bornemisza es una obra maestra que desafía a los visitantes a reevaluar la relación entre dos de los artistas más icónicos del siglo XX: Jackson Pollock y Andy Warhol. La exposición está diseñada para sorprender, pero también para hacer reflexionar.
"La gente me dice que esta asociación es rara", admite Estrella Diego, comisaria de la exposición, "pero a mí parece normalísima". Y es que la conexión entre Pollock y Warhol se basa en dos vías diferentes. Por un lado, está la cronología: Pollock, como muchos otros artistas abstractos, comenzó su carrera en el arte figurativo antes de pasar al cubismo, el expresionismo y el pintura de acción. En este sentido, hay una continuidad entre la figura y la abstracción.
Por otro lado, la conexión se basa en conceptos más teóricos. Warhol, según la comisaria, se centraba en la tensión entre el espacio y el objeto. El objeto, repetido y desfigurado hasta perder su identidad, era el que se desvanecía, derrotado por el aire. Esta es la esencia del arte abstracto, afirma Diego.
La exposición del Thyssen presenta algunas de las obras más emblemáticas de ambos artistas: los cuadros de Pollock, con sus matices y texturas, y las fotografías de Warhol, que parecen objetos engullidos por el aire. También hay la serie "Sombras", firmada por Warhol entre 1978 y 1979, que da una visión propia del arte tenebrista del siglo XVII.
Y en un sentido más profundo, la exposición invita al visitante a considerar la contemplación como el principal acto político y radical que podemos hacer. La sala oscura del Thyssen, donde se proyectan retratos filmados de Warhol, es un espacio que hace que el espectador se tome la contemplación en un sentido radical.
En resumen, "Warhol, Pollock y otros espacios americanos" es una exposición que nos hace ver dos artistas en una nueva luz. No es una simple exhibición de obras; es una reflexión sobre la naturaleza del arte y su relación con el mundo que nos rodea.
"La gente me dice que esta asociación es rara", admite Estrella Diego, comisaria de la exposición, "pero a mí parece normalísima". Y es que la conexión entre Pollock y Warhol se basa en dos vías diferentes. Por un lado, está la cronología: Pollock, como muchos otros artistas abstractos, comenzó su carrera en el arte figurativo antes de pasar al cubismo, el expresionismo y el pintura de acción. En este sentido, hay una continuidad entre la figura y la abstracción.
Por otro lado, la conexión se basa en conceptos más teóricos. Warhol, según la comisaria, se centraba en la tensión entre el espacio y el objeto. El objeto, repetido y desfigurado hasta perder su identidad, era el que se desvanecía, derrotado por el aire. Esta es la esencia del arte abstracto, afirma Diego.
La exposición del Thyssen presenta algunas de las obras más emblemáticas de ambos artistas: los cuadros de Pollock, con sus matices y texturas, y las fotografías de Warhol, que parecen objetos engullidos por el aire. También hay la serie "Sombras", firmada por Warhol entre 1978 y 1979, que da una visión propia del arte tenebrista del siglo XVII.
Y en un sentido más profundo, la exposición invita al visitante a considerar la contemplación como el principal acto político y radical que podemos hacer. La sala oscura del Thyssen, donde se proyectan retratos filmados de Warhol, es un espacio que hace que el espectador se tome la contemplación en un sentido radical.
En resumen, "Warhol, Pollock y otros espacios americanos" es una exposición que nos hace ver dos artistas en una nueva luz. No es una simple exhibición de obras; es una reflexión sobre la naturaleza del arte y su relación con el mundo que nos rodea.