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Gatos cimarrones: la amenaza oculta para especies protegidas
El desarrollo de la Ley 7/2023 de Bienestar Animal ha desatado una tormenta en el mundo rural. Asociaciones de cazadores, gestores de fauna y expertos en conservación advierten sobre el impacto que los gatos cimarrones están causando en especies protegidas.
Estos animales, aparentemente inofensivos, están amenazando la biodiversidad en espacios naturales. La nueva normativa impide aplicar medidas de control, incluso cuando estos animales representan una amenaza directa para la fauna autóctona.
El motivo es que se otorga protección legal a los gatos comunitarios o asilvestrados, lo que impide su control, incluso si habitan zonas protegidas. El artículo 14 del borrador establece que la presencia de gatos en espacios naturales o su falta de socialización no podrá ser motivo para su sacrificio o control poblacional.
Esto significa que las autoridades no podrán actuar, salvo que los animales estén enfermos o representen un riesgo evidente para la salud pública. Las consecuencias son graves: especies vulnerables y en declive se ven afectadas directamente por la presencia de gatos cimarrones.
Numerosos estudios científicos confirman que estos felinos tienen un impacto directo sobre la fauna silvestre, especialmente sobre especies vulnerables. También se han encontrado gatos en hábitats del lince ibérico, el gato montés y otras especies protegidas.
Los expertos denuncian que se están destinando recursos importantes para conservar especies como el urogallo o la cerceta pardilla, mientras que no se está abordando una amenaza directa y conocida como la de los gatos asilvestrados. En Sant Cugat del Vallès, Cataluña, se ha evidenciado la desaparición local de la lagartija parda en zonas con alta densidad de gatos.
La coexistencia entre gatos cimarrones y fauna protegida resulta cada vez más difícil. Los profesionales del sector cinegético y medioambiental denuncian que la actual legislación protege más a los gatos asilvestrados que a las especies autóctonas.
La Ley 7/2023 prohíbe el traslado o eliminación de colonias felinas salvo en casos excepcionales. Esto dificulta aplicar estrategias de conservación activa y pone en entredicho los esfuerzos realizados en el control de especies invasoras.
El impacto global del gato asilvestrado no es exclusivo de España. En nivel internacional, el gato doméstico es responsable del 14% de las extinciones documentadas de pequeños mamíferos, aves y reptiles. Su presencia sin control en entornos naturales representa una de las principales amenazas para la biodiversidad.
En resumen, los gatos cimarrones son una amenaza oculta para especies protegidas. La falta de control sobre estas colonias felinas está provocando un estrés continuo sobre las poblaciones silvestres y permitiendo que se mantenga su impacto negativo en la biodiversidad.
El desarrollo de la Ley 7/2023 de Bienestar Animal ha desatado una tormenta en el mundo rural. Asociaciones de cazadores, gestores de fauna y expertos en conservación advierten sobre el impacto que los gatos cimarrones están causando en especies protegidas.
Estos animales, aparentemente inofensivos, están amenazando la biodiversidad en espacios naturales. La nueva normativa impide aplicar medidas de control, incluso cuando estos animales representan una amenaza directa para la fauna autóctona.
El motivo es que se otorga protección legal a los gatos comunitarios o asilvestrados, lo que impide su control, incluso si habitan zonas protegidas. El artículo 14 del borrador establece que la presencia de gatos en espacios naturales o su falta de socialización no podrá ser motivo para su sacrificio o control poblacional.
Esto significa que las autoridades no podrán actuar, salvo que los animales estén enfermos o representen un riesgo evidente para la salud pública. Las consecuencias son graves: especies vulnerables y en declive se ven afectadas directamente por la presencia de gatos cimarrones.
Numerosos estudios científicos confirman que estos felinos tienen un impacto directo sobre la fauna silvestre, especialmente sobre especies vulnerables. También se han encontrado gatos en hábitats del lince ibérico, el gato montés y otras especies protegidas.
Los expertos denuncian que se están destinando recursos importantes para conservar especies como el urogallo o la cerceta pardilla, mientras que no se está abordando una amenaza directa y conocida como la de los gatos asilvestrados. En Sant Cugat del Vallès, Cataluña, se ha evidenciado la desaparición local de la lagartija parda en zonas con alta densidad de gatos.
La coexistencia entre gatos cimarrones y fauna protegida resulta cada vez más difícil. Los profesionales del sector cinegético y medioambiental denuncian que la actual legislación protege más a los gatos asilvestrados que a las especies autóctonas.
La Ley 7/2023 prohíbe el traslado o eliminación de colonias felinas salvo en casos excepcionales. Esto dificulta aplicar estrategias de conservación activa y pone en entredicho los esfuerzos realizados en el control de especies invasoras.
El impacto global del gato asilvestrado no es exclusivo de España. En nivel internacional, el gato doméstico es responsable del 14% de las extinciones documentadas de pequeños mamíferos, aves y reptiles. Su presencia sin control en entornos naturales representa una de las principales amenazas para la biodiversidad.
En resumen, los gatos cimarrones son una amenaza oculta para especies protegidas. La falta de control sobre estas colonias felinas está provocando un estrés continuo sobre las poblaciones silvestres y permitiendo que se mantenga su impacto negativo en la biodiversidad.