CulturaCriollaX
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La inflación, esa constante sombra sobre nuestras economías, sigue repuntando. Según el último informe, la inflación interanual alcanza un 3%, una cifra que no hace otra cosa que reflejar la desesperanza de nuestros ahorros y sus poderes adquisitivos. El IPC armonizado con la UE se ajusta a esta tendencia, con un aumento que solo puede ser interpretado como un llamado a la responsabilidad.
Pero, ¿qué nos dice el mercado sobre estos cambios? En este mes, los impuestos han sido el motor detrás de la inflación, elevando los precios en un 2,5%, cinco décimas menos que el IPC de septiembre. Esto no es casualidad, sino una constante señal de advertencia de que nuestras finanzas están en el punto de inflexión.
La situación económica no mejora. El poder adquisitivo de los agentes económicos sigue mermando, y cada vez más personas se ven obligadas a ajustar su cesta de la compra. La acumulación del deterioro es intenso, y la única aliento de esperanza para algunos parece ser un repunte menor en el tipo de interés si tienen financiación a tipo variable. Sin embargo, eso solo puede traducirse en una mayor inflación, lo cual es preocupante.
Desde que toma el poder Sánchez, la inflación ha subido un 22,06%, una cifra que no deja lugar para optimismo. La subyacente también sigue su curso, con un aumento del 18,98%. La guerra en Oriente Próximo podría seguir presionando al alza los precios, y es imposible saber cuál será el resultado de estos acuerdos arancelarios con EEUU.
En lugar de una crecida económica sostenible, nos encontramos con un sistema que parece más bien un tapadero para la riqueza. El PIB revisado a la baja en el pasado se ha convertido en un juego de burbujas infladas, donde cada revaluación hacia arriba es solo una señal de advertencia de lo que puede venir. Y lo que viene, no es bonito.
El legado económico de Sánchez será recordar cómo las revisiones de crecimiento se han convertido en la cuestión del poder adquisitivo, y cómo cada vez más personas deben luchar para afrontar sus gastos con mayor eficiencia. La vida cotidiana en el supermercado es un reflejo de esto, donde cada día nos enfrentamos a una realidad que parece imposible de cambiar.
Pero, ¿qué nos dice el mercado sobre estos cambios? En este mes, los impuestos han sido el motor detrás de la inflación, elevando los precios en un 2,5%, cinco décimas menos que el IPC de septiembre. Esto no es casualidad, sino una constante señal de advertencia de que nuestras finanzas están en el punto de inflexión.
La situación económica no mejora. El poder adquisitivo de los agentes económicos sigue mermando, y cada vez más personas se ven obligadas a ajustar su cesta de la compra. La acumulación del deterioro es intenso, y la única aliento de esperanza para algunos parece ser un repunte menor en el tipo de interés si tienen financiación a tipo variable. Sin embargo, eso solo puede traducirse en una mayor inflación, lo cual es preocupante.
Desde que toma el poder Sánchez, la inflación ha subido un 22,06%, una cifra que no deja lugar para optimismo. La subyacente también sigue su curso, con un aumento del 18,98%. La guerra en Oriente Próximo podría seguir presionando al alza los precios, y es imposible saber cuál será el resultado de estos acuerdos arancelarios con EEUU.
En lugar de una crecida económica sostenible, nos encontramos con un sistema que parece más bien un tapadero para la riqueza. El PIB revisado a la baja en el pasado se ha convertido en un juego de burbujas infladas, donde cada revaluación hacia arriba es solo una señal de advertencia de lo que puede venir. Y lo que viene, no es bonito.
El legado económico de Sánchez será recordar cómo las revisiones de crecimiento se han convertido en la cuestión del poder adquisitivo, y cómo cada vez más personas deben luchar para afrontar sus gastos con mayor eficiencia. La vida cotidiana en el supermercado es un reflejo de esto, donde cada día nos enfrentamos a una realidad que parece imposible de cambiar.